En el último año he dedicado gran parte de mi tiempo a sumergirme en el mundo de la inteligencia artificial, especialmente en los modelos de lenguaje (LLM). Recuerdo claramente la primera vez que escuché sobre ChatGPT: una amiga con la que salía lo mencionó de paso. Me pareció curioso, pero no me rompió la cabeza. Más tarde, hablando con un primo que es programador senior, él me explicó algo, y justo después mi teléfono empezó a recomendarme por azar un video de YouTube sobre IA. Fue como si el universo me estuviera guiñando un ojo.
Para ponerlo en contexto: en ese momento estaba pasando por una especie de transformación personal, buscando un sentido más profundo, explorando la espiritualidad y queriendo dejar atrás lo que no sumaba. No tenía ni idea por dónde comenzar con la tecnología, pero algo en mí sabía que esta era una vía poderosa.
Arranqué con un curso de introducción a la IA. Ahí conocí DALL·E 2 y luego DALL·E 3 de OpenAI — sí, modelos capaces de generar imágenes a partir de un texto. Me preguntaba: "¿Pero esto ya existía o está pasando justo ahora?" "¿Tengo que aprender a programar para aprovechar todo esto?" Me hacía decenas de preguntas al día mientras estudiaba, experimentaba y aprendía. Y todo esto mientras trabajaba como conductor de Uber en Chile.
Había una sensación constante de vacío, como si estuviera perdiendo el tiempo: no solo quería ganar dinero, quería crear algo. Quería tener un impacto, dar forma a algo real. Sabía que tenía ideas, ganas, curiosidad — pero necesitaba convertirlas en acción.
Luego repasé HTML, estudié ingeniería de prompt. Después del curso exploré muchos caminos: jugué con Leonardo.AI, me metí a Midjourney, generé imágenes, creé contenido con IA. Automatizaba tareas usando Make.com, construí chatbots con Voiceflow y Botpress… Hice de todo, pero después de unos 8 meses (dedicándole entre 4 y 5 horas diarias), seguía con la sensación de que nada era tan significativo como esperaba.
Entonces descubrí n8n. Empecé sin saber programar, pero con todo lo que había aprendido en Make, fui capaz de crear proyectos propios. Después llegó Cursor, y con eso vino el vibe coding. Me enamoré de esa forma de escribir código asistido por IA. Sé que hay quienes creen que "el código debe escribirlo un desarrollador", pero en realidad hoy en día una gran parte del software (se habla de hasta un 50 %) se genera con ayuda de plataformas de IA.
Gracias a esa curiosidad y esa pasión, conseguí mis primeros clientes y desarrollé proyectos reales. No ha sido fácil: todo lo que vale la pena exige superar resistencias, levantar barreras y crecer. Pero también entiendo que ese proceso es justamente una parte del propósito. He pasado por muchas etapas, y ahora estoy construyendo mi propia metodología de trabajo.
Sigo a muchas figuras relevantes de la industria: personas como Guillermo (el CEO de Vercel), los fundadores de Platzi — Freddy Vega y los demás —, emprendedores como Euge Oller (de Emprende Aprendiendo), y muchos más que vienen de diferentes contextos pero comparten algo: una forma brutal de pensamiento crítico, una mentalidad de creación. Ellos coinciden en algo fundamental: la IA es la nueva revolución, comparable a la burbuja puntocom de 1999.
Geopolíticamente no es diferente: China y Estados Unidos están en una carrera feroz por liderar la IA. Las compañías más grandes del S&P 500 ya están invirtiendo fuertemente en inteligencia artificial. En ciencia, hay descubrimientos que solo son posibles gracias a la IA; en robótica, en automatización, en análisis financiero… todo esto está impulsado por modelos inteligentes.
Ahora, puede que te preguntes: "¿Ya no será un mercado saturado?" Contrario a lo que muchos creen, no es saturado, sino que es un mercado en auge, veloz y lleno de oportunidades. Se estima que solo un pequeño porcentaje de proyectos de agentes de IA tienen éxito completo, pero justamente eso significa que hay muchísimo espacio para innovar.
Algunos expertos como Guillermo o Freddy mencionan que antes el software se actualizaba cada 3 o 6 meses; hoy, los modelos, protocolos y herramientas se transforman semanalmente. En 2025, estamos viendo términos como vibe coding, MCP (Model Context Protocol), agentes de IA y LLMs que están redefiniendo cómo desarrollamos software.
Estoy convencido de algo: el futuro no va a ser tener un SaaS enorme que sea igual para todos. El futuro es tener un software personalizado, sofisticado, adaptado al cliente, ya sea una empresa grande, una pyme o un profesional independiente. Arquitectos y diseñadores de software serán clave: ellos diseñarán productos inteligentes, hechos a medida. Es ahí donde yo veo mi lugar.
No lo digo solo porque lo pienso; me da una tranquilidad inmensa ver cómo todo lo que ha ido pasando desde 2023 —mis dudas, mis experimentos, mis errores— me ha traído justo a este camino. Y saber que estoy alineado con una visión más grande, con la ola de transformación que hay en el mundo, me hace sentir que tomé la decisión correcta.
Datos que refuerzan mi historia
(un poco nerd, sí, pero con base real)
- El mercado global de IA podría alcanzar USD 294 mil millones en 2025, según reportes recientes. fortunebusinessinsights.com
- El mercado de LLMs (modelos de lenguaje) crece a gran velocidad: se proyecta que alcance USD 223 mil millones para 2033, con una tasa anual compuesta (CAGR) de ~35,7 %. dataintelo.com
- En América Latina y otras regiones, muchas empresas ya adoptan IA para marketing (60,9 %), atención al cliente (45,7 %) o investigación y desarrollo (41,3 %) por sus ventajas en eficiencia y reducción de costos. AméricaEconomía
- Según IEBS Business School, el 77 % de las empresas ya usan o exploran IA, y se estima que la IA podría contribuir con USD 15,7 billones a la economía global. IEBS School
- Sobre los LLM: se calcula que 67 % de organizaciones ya utilizan IA generativa impulsada por estos modelos. Hostinger
- Un estudio académico reciente muestra que hacia 2024, hasta un 24 % de los comunicados oficiales corporativos podrían haber sido editados o generados con LLMs. arXiv
Reflexión final
Mi blog será ese espacio donde no solo comparto lo que opino sobre la IA, sino también lo que escucho de otros expertos en tecnología, economía, bolsa, geopolítica… Quiero combinar mi historia personal con datos, ideas críticas y visión de futuro. Porque la IA no es solo una herramienta: para mí, es un motor de transformación — profesional, espiritual, social.